Clase
Los pasillos
deshabitados que hemos transitado, con prisa. Las sábanas en las que decidimos
remolonear un poco más. Las lágrimas que han hidratado pañuelos descartables
que ahora, más que probablemente, duerman el sueño de los perdidos en el
cinturón ecológico; o las cáscaras de banana que no reciclamos en nuestra vida
y aún, inertes y aleatorias, continúan en el piso, prontas a darnos el sacudón
tras patinar otra vez sobre ellas.
¿Qué clase de personas
somos?
Convulsiones
contenidas, exorcismos que nunca acaban, posesiones que repetimos como sermones
bien aprendidos y sin ánimo de olvidar. Y esa electricidad que nos recorre,
cuando nos permitimos devolver (nos); somos nuestra propia purga, cuando
queremos. Deseo latiendo con pulsaciones que superan lo establecido, lo permitido
por el sentido del deber.
¿Qué clase de personas
somos?
Eze Iraizoz
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