01.31


Lluvia;

(Las) gotas de este aguacero de verano cansado caen con una premura que pretende refrescar la insidiosa carga de calor que trae obligadamente la temporada estival. Y entre relámpagos y truenos tardíos la lembrança de unas notas a pie de página de mi memoria, de lectura corrida, ansiosa, potenciada por el clímax de la sensación. En esa historia de conducta intachable se entremezcla e hilvana el zurcido de la culpa; en el tecleo de su máquina de escribir guardada en el archivo de las palabras, Somerset Maugham, apunta con el dedo que se vuelve en contra del lector desprevenido, arremete sobre la purga que se pretende desde lo que el contexto pide como obligación, dispara el tiro por la culata.                                                                                 
Siguen cayendo como ósculos que besan los labios del asfalto con una brusquedad amorosa de contraste fugaz, y en medio de la medianoche -mientras las ruedas cuadradas no ruedan a pesar del esfuerzo insípido de los obstinados- el agua limpia las heridas, sacia la orfandad de los desesperados. Ahoga o libera.

Ojos;  
  
Raspando como una pequeña lija su lengua acaricia los nudillos agrietados por la articulación, autónoma mirada que refleja la oscuridad de un ambiente en penumbras de una luminosidad en degradé. Las aspas silban un susurro que acaricia con una leve brisa agónica pero efectiva. Frases sueltas, pensamientos volátiles, emociones en la piel que nacen como flores buscando el sol durmiente. Ay, mujer… Felina de nueve colas, hechizo mudo que se expresa desde la visión; acallada voz de gravedad que suaviza la atmósfera inundando lo inabarcable.
Parpadea: y con cada caída el aire respira ese perfume que la hace especial.

Revueltas;

Cruzados por la tecnología que avanza retrocediéndonos percibo que el “mejor” de los mundos posibles es un hecho prosaico que arrasa individualidades mientras pugna por una “libertad” de entrecasa. Aquí y ahora; tan lejos y tan cerca: viceversa. La inmediatez es un infortunio del espíritu o una alabanza al desapego de las verdades del ser. Como un superclásico veraniego con resultado definido la imagen parece (desde su insípida contradicción inherente) tenerlo todo, menos sinceridad.
¿Qué es todo? Y el espiral de absolutismo se enfrenta a la desgastada creencia, decadente pero efectiva.

Caída;

De una gota resbalando en zigzag hacia su fin, como una lágrima abordando la comisura de unos labios alicaídos aunque expectantes, desesperados en su intento por respirar, incluso, en el agua…


 Eze I.

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