Travelling

                                                                               
Cada vez que estoy por hacer un viaje, de subirme a un avión o un micro, pienso en si llegaré a destino. No de una manera nefasta o teñida por el más profundo temor que anida en nuestras mentes ni por excéntrica cábala o morbosa curiosidad sobre mis deudos. No. Es más bien la capacidad de pensarse como efímero y que ese lapso desde el primer sonido emitido (donde nos hemos cargado de imágenes, sensaciones, olores, y un sinnúmero de datos) puede terminar mañana; en pleno vuelo, en plena ruta, en plena vida.

Creer en dios siempre ha sido fácil. Nuestra condición finita, material, corrupta y perecedera ha buscado refugio desde su mismo nacimiento en la idea trascendental -desde su proyección a la eternidad- de otra vida; o de la extensión de la actual pero con un carácter sublime propio de su esencia divina, alejada por completo de esa mundanidad que ahora transita más o menos pesadamente.
Pobres dioses de la antigüedad, conjurados a la unidad trinita patentada por un vástago con delirium tremens y vocación masoquista! O destinados al olvido y el destierro (la primera muerte, tan temida por el pueblo de Homero) con la moda del monoteísmo, los profetas y las guerras santas. Qué será en estos días del gran Zeus o la poderosa Afrodita? Descansarán en el Hades junto a los miles que tuvieron el mal gusto y desatino de morir siglos, décadas, años, meses, días, horas, previa llegada de algún que otro salvador?
“Dios ha muerto, sólo resta enterrarlo”, aunque echando una mirada -como mínimo- al último siglo de la condición humana pareciera que el velatorio está durando más de la cuenta.                          

Y los aviones siguen volando, los micros partiendo de las terminales y las vidas viviéndose; muriéndose, de a poquito cada instante. Existiendo para justificar lo que no siempre tiene sentido. Forzando con la rutina el rechazo a ese instante en que somos. En que dejaremos de ser. Dios quiera, o no.

"Exigir la inmortalidad del individuo es querer perpetuar un error hasta el infinito". A. Schopenhauer.

 
Ezequiel I.

Comentarios

Danilo Gatti dijo…
la frase bajo el titulo de tu blog, que no conocia, me ha dado fuerzas, poder... autoridad y de sobra, como mis fracasos.
gracias
dejare tu blog en favoritos para leerlo con el tiempo que merece.
saludos

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