Noche Sin Rostro

La noche ya está instalada en los sueños que se despliegan junto al reflejo de la luna, en esta madrugada de primavera. El calor derrite los corazones desconsolados, las miradas melancólicas traspasan el muro de silencio de las decepciones, los noctámbulos toman eternamente sus primeras copas de inspiración, y los desesperados prueban una y mil veces los venenos que los alejen definitivamente de su perdición. La pálida sensación de un acompañamiento solitario hace más llevadero el tránsito pesado en la carretera de las pesadillas, de las pesadas formas oníricas que arrastran los condenados al comenzar el crepúsculo hasta que irrumpe impiadoso el amanecer. Voces desprovistas de rostros, ademanes que se desvanecen antes de practicarlos, piruetas en el éter de las sombras, fantasmas sin hogar, puro pasado, extraño presente, incierto destino. Corazones que retumban en el filo de las pasiones, como caballos desbocados en el último tramo de la carrera de sus vidas, cuando todo parece reposar se despiertan los humores más bizarros junto a las melodías más efímeras, contagiosas trasnoches de vapores de alcohol, reflexiones sin rumbo atrapadas en las agujas negras del reloj. El eco de la inconsciencia sube nuevamente al centro del escenario para encerrarse al instante en su propio estudio y comenzar su monólogo privado, en otra noche sin rostro.

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