Kata Ton Daimona Eaytoy

Si fuese tan solo un poco mas optimista de lo que nunca llegare a ser me reiría para evitar lagrimas de caimán. Aunque como me sospecho mas cínico -en el peor de los sentidos, claro esta, que para algunos es el bien visto- de lo que jamas dejare de ostentar, lanzare una breve y muda risotada, teñida del malicioso desprecio que toda mueca de este calibre merece. Tantas veces he soñado como tantas he desertado con el sabor amargo de anhelar esas oníricas aventuras, esperanzado con la sensación de volver a ese mundo tan contundentemente leve. El problema radica en soñar despierto. Que mas que sueño se puede denominar ilusión. Que a su vez se transforma mas de una vez en pesadilla. Y es ahi donde otra vez deseo soñar. Se presenta otro inconveniente: desear genera sufrimiento. Así lo sentencian los sabios budistas sin mayores preámbulos. Y es conocido que el deseo no cumplido termina en insatisfacción, pequeño obstáculo para intentar ser feliz (o parecerlo). La infelicidad se apoltrona en mi mente, se instala sobre mi cabeza como una nube negra y su inminente tormenta de angustia estimula la incertidumbre. Carecer de certezas es como vivir con la espada de Damocles precipitándose a velocidad luz hacia la coronilla en cada instante; similar a dar pasos en falso hasta cuando se esta sentado o esquiar en arenas movedizas. Al mismo tiempo que la incertidumbre hace mella, tal si se tratase del hermano mayor que no la deja ni a sol ni a sombra, irrumpe la figura estelar del quid de la cuestión. Con ustedes -y conmigo, obvio- el miedo. Hasta aquí un concreto resumen de un trasnochado escriba (con aires, o quizás efímeras ráfagas, de poeta y literato. Vaya modestia) que tras esperar un llamado que de antemano percibió que no llegaría opto por el camino de la catarsis publica. Párrafos de una muerte que recién comienza. O una vida que empezo a acabarse. Tal vez, de no saber que la vida es sueño y que los sueños, sueños son, derramaría nuevamente una lagrima de sangre fria. En esta oportunidad elijo la frialdad de la carcajada contenida, artística, irreverentemente irónica. Alzo mi copa por la llamada que no fue y las excusas que quizás serán. Pan para el poeta.


Eze I.

Comentarios

Entradas populares