Beber, comer, amar...

Cuatros días y tres noches donde el tiempo pareciera haber cedido paso ante semejante torbellino de alcohol, hierbas y amistad mas allá de las fronteras. Un trío de lunas casi simultaneas separadas tan solo por la luminosidad de los días sin horas, del goce de la buena compañía y los paisajes cargados de aromas embriagantes de las sierras cordobesas. Inesperado, de puntillas, tal ladrón ingresando por el desván en la madrugada, se colo el amor en invierno, una primavera anticipada, tan romántica como el francés de su acento, tan certera como el efecto de un vino de la mejor cosecha, una mujer con todo el sabor de las mas exquisitas cepas de Montpellier: inteligencia, encanto y belleza. Una pagina se cerro a duras penas, con el dolor de no volverla nostalgia. Pero con esas hojas que quedan atrás otras parecen empezar a recibir las letras que permitan escribir una nueva historia...


Eze I.

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