2

                                          
2 días en París, tan sólo 48 horas, dos unidades, una dupla de jornadas. Las últimas semanas parecen tan decisivas como insidiosas, al borde de una definición que no llega aún, mezcla de molestia y sarpullido constante, tan rutinario como erosivo. 
"Haz lo que yo digo pero no lo que...",  no me atrevo a llevar a cabo. A espantar los demonios que siguen incólumes y alimentan la hoguera, el fuego lento que caldea la fórmula conocida, el alimento del sr. Hyde, la pesadilla de dr. Jeckyll.
¿Qué sí estoy allí? No, aunque desde que la conocí, creo, jamás me he ido por completo. La continúo experimentando en mis recuerdos y en el reflejo del celuloide, sala a oscuras mediante. Dos días, tan poco -o tal vez tanto?- como esas 48 horas para incurrir en el romance bohemio, en lo citadino de una urbe soberbia, elegante sin dejar de lado su poética, sus genes artísticamente revolucionarios. 
Mientras, desde esta mesa con zozobras; al filo de ese abismo imaginario que nunca llega, vaso vacío, servilleta estrujada, migas delatoras. 2 minutos más en San Telmo.


Ezequiel I.

Comentarios

Entradas populares